Sobre el oppidum de Hornachuelos existe ya una extraordinaria cantidad de información en todos los medios, hay múltiples estudios, páginas y blogs de internet dedicados a él, un magnífico Centro de Interpretación en Ribera del Fresno... y en todos ellos seguramente encontraréis más y mejor información de la que podemos proporcionaros desde aquí, pero desde luego no podía faltar al menos una entrada (podrían ser cien) en esta pequeña arqueología nuestra.
A nivel personal, Hornachuelos es muy especial para nosotros: aquí es donde descubrimos esa otra forma de entender nuestra historia, buscando entre las ruinas de lugares olvidados.
Un oppidum: Los romanos denominaban oppida a las ciudades fortificadas, puntos estratégicos fuertemente protegidos para el dominio de determinadas tierras. Hornachuelos alcanzaría su mayor importancia entre mediados del siglo II a. Cristo y finales del siglo I, pero se han encontrado en su parte más elevada restos de poblamientos de finales del calcolítico (2000-1800 a.C.). Se trataría por tanto de un poblado o castro de origen calcolítico posteriormente romanizado.
Hornachuelos se encuentra sobre un cerro de 471 metros de altitud, desde donde se divisan hasta 30 kms. a la redonda a simple vista, rodeado por llanuras y suaves lomas. Desde abajo podemos percibir sin dificultad donde podrían ir los diferentes muros que lo defendían, hasta tres posiblemente, al distinguirse perfectamente los terraplenes artificiales y la acumulación de piedra.
Las viviendas: La zona principal excavada y puesta en valor se encuentra en la parte superior del cerro y en ella podemos distinguir claramente las calles y viviendas. Esta zona está compuesta por casas adosadas distribuidas en manzanas cruzadas por calles de unos 3-4 metros de anchura.
Las viviendas eran de construcción muy básica con zócalos de piedra y paredes de adobe. Las hay de muy diversos tamaños y distribución, algunas con hasta tres habitaciones, pero habitualmente de una o dos estancias.
Las viviendas eran de construcción muy básica con zócalos de piedra y paredes de adobe. Las hay de muy diversos tamaños y distribución, algunas con hasta tres habitaciones, pero habitualmente de una o dos estancias.
Una de las manzanas de viviendas se encontraría adosada a un muro defensivo, de buen grosor pero no muy alto por lo que es de suponer que la muralla estaría reforzada por medio de una empalizada.
En todo el cerro se pueden ir descubriendo diversos tipos de restos constructivos correspondientes a casas, torreones, aljibes o murallas.
El aljibe: Una de las estructuras que más nos llamará la atención es un enorme aljibe excavado en roca del cual se abastecería el poblado. Justo en el lado opuesto del cerro existe otro más pequeño, pero más profundo.
La Necrópolis: En la parte más baja del cerro se descubrieron una serie de túmulos y enterramientos que nos hacen situar en este lugar la necrópolis del oppidum. Los cuerpos de los difuntos, después de su cremación eran enterrados en hoyos alrededor de los túmulos, que servirían de monumento funerario y que podían ser de planta rectangular o circular. También en las proximidades se han descubierto algunas tumbas independientes, seguramente de la etapa final del oppidum, ya definitivamente romanizado.
Son muchos los utensilios y materiales que se han encontrado, tanto en la zona del poblado como en la necrópolis: herramientas, vasos, vasijas, urnas, monedas, ajuares...
Una última cosa, justo por el flanco este del cerro discurre la Cañada Real Leonesa, una de las vías principales de la Mesta... pero eso es otra historia.
En todo el cerro se pueden ir descubriendo diversos tipos de restos constructivos correspondientes a casas, torreones, aljibes o murallas.
El aljibe: Una de las estructuras que más nos llamará la atención es un enorme aljibe excavado en roca del cual se abastecería el poblado. Justo en el lado opuesto del cerro existe otro más pequeño, pero más profundo.
La Necrópolis: En la parte más baja del cerro se descubrieron una serie de túmulos y enterramientos que nos hacen situar en este lugar la necrópolis del oppidum. Los cuerpos de los difuntos, después de su cremación eran enterrados en hoyos alrededor de los túmulos, que servirían de monumento funerario y que podían ser de planta rectangular o circular. También en las proximidades se han descubierto algunas tumbas independientes, seguramente de la etapa final del oppidum, ya definitivamente romanizado.
Son muchos los utensilios y materiales que se han encontrado, tanto en la zona del poblado como en la necrópolis: herramientas, vasos, vasijas, urnas, monedas, ajuares...
Una última cosa, justo por el flanco este del cerro discurre la Cañada Real Leonesa, una de las vías principales de la Mesta... pero eso es otra historia.
ME DA PENA QUE ALGUNOS DESCUBRIMIENTOS DE NUESTRA HISTORIA COMO ESTE NO TENGAN MAS RENOMBRE.
ResponderEliminarYO POR SUERTE HE ESTADO EN ESE LUGAR Y PARA MI FUE UNA GRAN EMOCIÓN PISAR SUELO Y VESTIGIOS DE ESA HISTORIA.
POR CIERTO CONSERVO TRES TROCITOS DE CERÁMICA.
ADEMAS SE ME OLVIDABA, NACÍ EN ESE PUEBLO.
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