miércoles, 31 de agosto de 2011

Xenodoquio en Mérida


El Xenodoquio es otro de los yacimientos arqueológicos de Mérida que pasan completamente desapercibidos entre la inmensa riqueza patrimonial de la antigua Emérita Augusta, pero que resulta básico para comprender su historia, la historia.


En el centro de la imagen podemos ver lo que queda de este monumento, que no es de origen romano, sino visigodo, con muy pocos restos visibles, tan sólo algunos muros y columnas, y que lo encontraremos junto a la Avenida de Extremadura, pasando bajo las vías del ferrocarril, en dirección al Instituto Albarregas y al Velódromo. Muy próximo (a la derecha en la imagen se puede ver) al acueducto de San Lázaro y a las excavaciones que se están realizando en lo que eran las antiguas instalaciones del Cuartel Hernán Cortés (abajo en la imagen se ve parte del solar de esta inmensa e importante excavación).

A partir del siglo V se asienta definitivamente el gobierno visigodo en Emérita Augusta. Completamente cristianizados, en este mismo siglo se construye extramuros la basílica de Santa Eulalia, en honor a la joven martirizada en el siglo IV por los romanos. En torno a esta basílica se genera todo un complejo religioso en el que se incluiría en la segunda mitad del siglo VI el Xenodoquio, un hospital-albergue para peregrinos, que llegaban a cientos a la ciudad para la veneración de las reliquias de la mártir.


Su estructura era muy sencilla: se componía de una nave central que serviría como basílica para el culto, y dos alas laterales, compuestas a su vez por un patio central porticado con una nave a cada lado, que eran las utilizadas como albergue y hospital.


En la siguiente imagen vemos los restos de la basílica central:


La basílica era de planta rectangular finalizada en un ábside semicircular y flanqueada por columnas con motivos vitícolas:


A izquierda y derecha de la basílica quedaría la zona de albergue y hospital. En la siguiente imagen vemos los restos del ala izquierda, compuesto por el patio central, con columnas ya que era porticada, y a ambos lados la zona dedicada a la atención de los peregrinos, que sería de dos alturas. El ala derecha no se puede contemplar entera puesto que parte de la misma se encuentra bajo las vías del ferrocarril.


Con la llegada de los musulmanes a la Península Ibérica los restos de Santa Eulalia fueron trasladados hacia el norte, llagando hasta Oviedo en tiempos de Alfonso II el Casto, donde se encuentran en la actualidad. En el siglo IX los musulmanes desmantelan el edificio, que ya había sido abandonado y desde entonces, olvidado.