lunes, 8 de noviembre de 2010

Villa Romana de Torreáguila


Cuando viajemos por la Autovía de Extremadura entre Mérida y Badajoz, sería una buena idea tomar la salida 365 y coger la Ctra. EX-328 con dirección a Montijo para aprender un poco de historia. A un kilómetro nos desviaremos a la derecha hacia Barbaño y antes de llegar al pueblo nos encontraremos con los restos de la Villa Romana de Torreáguila.


Las "villae" romanas eran explotaciones agrarias que constituían realmente auténticas aldeas donde podían convivir hasta 500 personas. Además de la lujosa vivienda del propietario, a su alrededor se edificaban viviendas para esclavos, almacenes, establos, molinos, almazaras, bodegas, termas...e incluso en muchos casos hasta pequeños templos

Los restos arqueológicos de Torreáguila son un ejemplo perfecto de estas Villas Romanas. Vamos a visitarla.

Si tomamos como referencia la fotografía aérea del principio, vamos a comenzar nuestra visita por la parte superior izquierda del yacimiento: ahí estaban las termas.



Las termas eran habituales en las villas romanas pues eran la zona de baño privada en este tipo de mansiones aisladas, en las que sus habitantes no se podían permitir desplazamientos a termas públicas. Pero ésta en concreto, por sus dimensiones, debió ser de gran riqueza, lo que nos da una idea de la importancia que debió tener la villa.
Los apilamientos de ladrillos que se observan a lo largo de la estancia son la base del sistema de calefacción de las termas, el llamado hipocausto: sobre ellos iría el nivel del suelo y entre ellos circularía el vapor de agua procedente de unas calderas.
Por delante de las termas hay un gran salón rectangular, al fondo del cual se encontró una bañera de agua fría y una curiosa habitación en forma de ábside con seis hornacinas.


Separada del salón de las termas por un grueso muro nos encontraríamos una zona de servicio dedicada a la elaboración de vino y aceite, con múltiples habitaciones y aljibes:

A partir de aquí comienza la zona residencial, compuesta de hasta tres peristilos en torno a los cuales se construyeron las diferentes habitaciones para uso de propietarios, esclavos y resto del servicio. Debió ser una villa de gran riqueza puesto que nos encontramos con habitaciones que debieron tener suelos de mosaicos en un gran número de ellas, y bellas pinturas en sus muros, columnas de mármol en sus peristilos, fuentes, y calefacción por hipocausto en muchas de sus estancias. En la fotografía aérea del principio podemos distinguir dos de sus perístilos: la zona cuadrangular que vemos en la parte inferior de la villa y en el extremo derecho, donde también podemos distinguir la misma forma cuadrangular que delimitaba otro de los patios.


Junto a este segundo peristilo se construyó una de las habitaciones más curiosas de la villa: una habitación para el verano, construida bajo el nivel del suelo para preservar al propietario de las altas temperaturas estivales.

Si volvemos a fijarnos en la fotografía aérea, a ambos lados del peristilo de la zona inferior de la villa observamos dos construcciones curiosas: una con forma de cruz propia de las basílicas y otra, a la derecha, de forma circular. Se piensa que la primera fue un mausoleo y la segunda un baptisterio, ambas fruto de las continuas remodelaciones que sufrió la villa, por las cuales sobre construcciones más antiguas se edificaban nuevas plantas, como debieron ser estos dos edificios de carácter cristiano, edificados sobre antiguas habitaciones. Hay que tener en cuenta que el origen de esta villa se sitúa en la primera mitad del siglo I d.c., pero fue habitada y utilizada hasta el siglo VII, por lo que es de suponer que en siete siglos fueron muchas las reformas que sufriría, adaptándose a las nuevas culturas que fueron habitándola. Se cree que en época romana pudo estar habitada por hasta 500 personas entre familia propietaria, esclavos y trabajadores agrícolas y artesanos.