domingo, 24 de marzo de 2013

Vía de la Plata. Miliarios, puentes y caminos

Los caminos son importantes. La Vía de la Plata es una de las rutas más importantes del mundo, por su historia, y por lo que significó de intercambio de culturas, población y comercio. Y porque creada hace más de dos mil años aún perdura y es usada.
El viejo camino todavía es utilizado por peregrinos y caminantes, pero paralelo a él se construyó una carretera , la N-630, y paralela a la carretera una autovía, la A-66, que siguen uniendo en nuestros días el sur y el norte de la Península Ibérica por el oeste.


La calzada romana se comenzó a construir en tiempos de Augusto, sobre caminos ya utilizados muchos siglos antes, y finalizó su construcción el el siglo II d.C., en tiempos de Trajano y Adriano. Originariamente unía Emérita Augusta (Mérida) con Astúrica Augusta (Astorga), aunque se acabaría ampliando hacia el sur hasta Itálica (Santiponce, Sevilla) y hacia el norte hasta Gigia (Gijón).

313 millas romanas en su trayecto original. 465 kilómetros.
La milla romana se correspondía con mil pasos dobles (izquierda, derecha). 1480 metros. Y a cada milla, un miliario.

A la sombra de la Vía de la Plata se construyeron Mansios, que con el paso del tiempo se convertirían en pueblos y después en ciudades. Por ella circularon hacia el norte vino y aceite, y llegaron al sur oro y estaño... Las tropas romanas la convirtieron en eje fundamental para la conquista del rebelde norte y con el paso de los siglos fue una ruta esencial para visigodos y árabes (la llamaron al-balat, el camino), camino de reconquista para los cristianos..., hasta nuestros días han sido muchos los cambios de los que ha sido testigo.

La Vía de la Plata nos ha dejado muchas huellas de lo que un día llegó a ser, y son estos antiguos rastros los que hemos buscado y vamos a ir enseñando con esta entrada. Puentes, miliarios, restos de calzada que aún podemos encontrar en algunas zonas del recorrido y que hemos ido conociendo. Pero la Vía es muy larga y queda mucho por descubrir, así que esta entrada la dejaremos abierta, iremos subiendo las nuevas huellas que vayamos encontrando, o que vayáis encontrando. Este blog está abierto, por supuesto, a todos los que lo seguís.

Vamos a empezar cerca de Mérida.
En la Casa de Campo de Mérida, muy cerca del pantano romano de Proserpina y de Mirandilla, recientemente han puesto en valor un pequeño tramo de la calzada romana, junto con un miliario casi completo y fragmentos de otro.



Se trata del miliario que marcaba la milla VI, como aún se puede comprobar grabado en la piedra, aunque el resto de la inscripción ya no es visible (tan solo es legible el numeral VI). Recordemos que los miliarios eran columnas cilíndricas normalmente de granito hechas de una sola pieza. Su base era cuadrada e iba enterrada y en general llevaba una inscripción en la que se indicaba el emperador bajo cuyo mandato se había construido o reformado el respectivo tramo.


Este miliario en concreto se cree que puede estar en su emplazamiento original y hasta hace poco formaba parte de una cerca de la finca colindante, siendo sus medidas aproximadas 1,65 m. de alto y 56 cms. de diamétro. Se puede fechar en el año 50 d.C. gracias al estudio realizado de su inscripción original (era emperador Claudio, durante su vigésimo primer imperium).


A su lado se encuentran varios fragmentos de otro miliario desplazado (¿El V?, ¿el VII?), entre los cuales se distingue su base cúbica.


Junto a ellos un tramo de la calzada bastante bien conservado, donde podemos hacernos una idea de cómo sería su aspecto original.


Las calzadas romanas consistían básicamente en un camino elevado, abombado en el centro y terraplenado a los lados para que vertiera el agua de lluvia. Compuestas por varías capas en las que se alternaban arenas y jabres con piedras. La capa superior estaba formada por piedras menudas o medianas mezcladas con tierras de grano fino compactadas. En las fotografías distinguimos perfectamente los cantos que conformaban esta ultima capa.


A los lados solían ir alineadas piedras de mayor tamaño marcando los límites del camino.


La anchura de este tramo es de unos 6,5 metros, espacio suficiente para la circulación de carros en ambos sentidos. En una parte de la excavación podemos comprobar, al haber dejado visible algo de profundidad, las diferentes capas que configuraban este tramo de calzada:


Pasado este tramo se puede observar una acumulación de cantos y guijarros, posiblemente, por donde la calzada continuaba.


Ahora tenemos que seguir la Vía de la Plata hacia el norte. No muy lejos nos tocará cruzar el Río Aljucén, pero ya no podremos hacerlo por aquí.



Ya no existe el puente por el que la calzada romana cruzaba el río. La mejor forma de llegar hasta sus restos es partir de la N-630 y tomar el camino que se interna en el Parque Natural de Cornalvo.
El puente fue posiblemente construido en la época Altoimperial, constaba de seis arcos de medio punto, con pilares edificados sobre el cauce del río. En 1794 ya se encontraba en estado ruinoso:


Debió ser espectacular, pero en la actualidad sus restos son casi inexistentes. Tan sólo se conservan los sillares sobre los que se sostenía su lado norte,


y a lo largo de lo que fue su trazado aún pueden descubrirse muchos otros sillares acumulados o repartidos por toda la zona.



Alineados entre la maleza, próximos al cauce del río,


o en el mismo cauce.


Mención aparte merece también el Río Aljucén, que nace en la Sierra de Montánchez y recorre unos diez kms. del Parque Natural de Cornalvo. Uno de los ríos más saludables de Extremadura y de gran valor ecológico. Hábitat del jarabugo (especie de pez endémico de la cuenca del Guadiana) y de una fauna y flora de enorme interés: nutrias, galápagos, garzas, sapo partero ibérico...


Ahora vayamos más al norte, hasta el tramo de la Vía de la Plata que discurre entre Casas de Don Antonio y Aldea del Cano, en Cáceres.



En Casas de Don Antonio es donde estaría situada la mansio de Ad Sorores. La primera desde Emérita Augusta. Una mansio era un núcleo de población situado junto a la calzada cada 25-35 millas (una jornada de marcha) para descanso de los transeúntes, compuesta normalmente por algún albergue, un puesto militar, establos..., alrededor de la cual solía formarse un pequeño núcleo poblacional que con el tiempo se convertirían en pueblos o ciudades, como ocurrió con Casas de Don Antonio. A continuación de Ad Sorores se encontraría la mansio de Castra Caecilia, Cáceres; Turmulus, Alconétar; Rusticiana, Galisteo; Capara, Cáparra; Banienses, Baños de Montemayor... Y al sur, la última antes de llegar a Emérita Augusta, estaría Perceiana, entre Almendralejo y Villafranca de los Barros.

Saliendo de Casas de Don Antonio, muy próximo, encontraremos otro miliario, la milla XXVI, desplazado de su lugar y reutilizado formando parte de la cerca de una finca, aunque a pocos metros de la calzada.


De una altuta de 166 cms. y un diámetro de 46 cms. está muy erosionado y sería el miliario que marcaría la llegada a Ad Sorores


A poco más de un kilómetro, una vez pasada la entrada a la finca de Santiago de Bencáliz, encontraremos un nuevo miliario, la milla XXVIII, que posiblemente se encuentra en su ubicación original junto a la calzada.


Es uno de los miliarios más curiosos que se conocen ya que tiene un hueco abierto en el granito que ha sido utilizado como buzón para el correo de la finca colindante y como hornacina dedicado al culto seguramente de la Virgen María (sobre la inscripción original del miliario se identifican perfectamente nuevas inscripciones con la palabra "Santa" y alguna cruz cristiana).


Con 1,89 m. de altura y 61 cms. de diámetro, gracias al estudio de los restos de su inscripción original, se ha podido determinar la  fecha de su construcción: hacia el año 98, en época de Trajano.

En la siguiente fotografía, al fondo, puede distinguirse el cortijo de la Dehesa de Santiago de Bencáliz. Se trata de una casa-fuerte medieval (una casa señorial rural con estructuras defensivas, torre o murallas), y en ella se localizan también restos de algunos miliarios, reutilizados como parte de la propia construcción. También en esta misma finca se han sacado a la luz los restos de una villa romana (s. I-IV a.C.),  reconvertida posteriormente en ermita. Y en los alrededores del miliario podemos encontrar restos de excavaciones realizadas, donde se pueden identificar parte de algunos muros o paredes de piedra y pavimentos, posiblemente correspondientes a algún asentamiento rural.


Aproximadamente en el lugar que ocuparía el miliario XXIX, la Vía de la Plata cruza el arroyo Santiago, y sobre él, claro, se construyó un puente. Del puente original romano queda ya poco, puesto que en época medieval fue casi reconstruido y si acaso lo que perdura de su estructura inicial son tan sólo los sillares que componen su estribo.


Detengámonos un momento junto al puente, es bonito y se está bien, pero no mucho rato, que el viaje tiene que continuar y el camino es largo.