sábado, 6 de julio de 2013

Valle de la Serena

Dos palabras bonitas. Unidas nos hablan de una de las entradas a la comarca, quizás, más conocida y peculiar de nuestra tierra. El Valle de la Serena, un pequeño pueblo de unos 1.500 habitantes, que guarda las huellas de una historia rica y original, conserva vestigios de un enorme interés, que se apartan un poco de lo habitual y que merece la pena contar.

Empezamos hacia, aproximadamente, el año 3.000 a.C.: en la Sierra Gorda, a 5 kms. del pueblo, en un cerro a unos 450 metros de altitud, se construyó un dolmen de cámara circular y corredor del que aún podemos disfrutar.

http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=4792054

Destinado a enterramientos, está formado por una alineación circular de bloques de pizarra (ortostatos), introducidos en una fosa excavada en la tierra y cuya entrada  estaba configurada por un corredor recto y largo de ortostatos, también encajados unos con otros, todo ello cubierto por un túmulo.


En las proximidades del dolmen se tiene constancia de la existencia de varios castros, en una zona actualmente despoblada, pero de una clara situación estratégica, junto a varios arroyos.


En su interior se hallaron restos del ajuar funerario, y algunos de los bloques de pizarra están grabados con figuras antropomorfas, aunque difíciles de distinguir en la actualidad, al menos por mi parte, pero yo no cuento. Está situado en el centro de un cerramiento de piedra, junto a las ruinas de una casa, y le vendría muy bien un desbroce de las hierbas, que con las lluvias de este año están muy altas y están cubriendo el monumento. Por favor, que no caiga en el olvido.


A mediados del siglo XIII, Pedro Yáñez, Maestre de la Orden de Alcántara, dio carta de poblamiento al sitio del Valle, en la comarca de La Serena, y dotó a la población de una zona común para pastoreo, siembra y otras labores agrícolas, lo que se denominaba un Ejido. Este fue posiblemente el origen de las "Eras del Egido", declaradas Bien de Interés Cultural con la categoría de Lugar de Interés Etnográfico, y que en el pueblo llaman las Eras del Legío.


http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=4798123

Sobre una serie de bancales y terrazas de mampostería, para evitar los desniveles, se construyeron un conjunto de eras para el uso común, 25 de ellas empedradas.


La conservación de este tipo de eras es muy escasa y existen muy pocos vestigios a lo largo de nuestra geografía, de ahí la importancia de su protección y su consideración como parte de nuestro patrimonio.


Las eras empedradas son propias de las zonas cerealistas. En ellas se realizaba la trilla, la separación de la paja del grano, y gracias al empedrado no se mezclaba con la tierra del suelo, manteniéndose el grano limpio.


Los empedrados son de tipos muy diversos, los hay compuestos de piedras pequeñas, bloques grandes, con forma cuadrada recortadas o completamente irregulares..., e igualmente su disposición es muy diversa: alineadas, colocadas en círculos concéntricos o radiales, o simplemente sin ningún orden. En algunas de las eras se han llegado a usar elementos de interés arqueológico, como molinos de mano romanos.



Utilizadas hasta hace relativamente poco tiempo, fueron abandonadas con la llegada de la mecanización de las labores agrícolas y la emigración, que desoló el pequeño pueblo del Valle de la Serena. Pero aún perduran sus restos, testimonio de una forma de vivir y de una historia tan cercana que casi se puede tocar.

Pero aún nos queda un último lugar por visitar en el Valle (hay muchos más lugares, tan solo hay que pasear una tarde por sus calles), un lugar interesante como pocos, también relativamente reciente y esta vez perteneciente al mundo de la arqueología industrial: Las Minas de San Nicolás.


http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=4831362

A unos 5,5 kms. del pueblo, de la carretera a Puebla de la Reina sale un camino que bordea el Cerro Barbero y que nos lleva directos a una antigua explotación minera, a su poblado (con viviendas para las familias de los mineros y su propia escuela para los niños) y a las bocas de varios pozos extraordinariamente bien conservados.


La explotación de la mina se realizó desde la primera década del siglo XX hasta casi los años 90, y de ella se extraía wolframio, bismuto y estaño.


El mayor nivel de producción en la mina se alcanzó durante la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Corea, ya que el wolframio era un material imprescindible para la construcción de vehículos militares acorazados debido a su extraordinaria resistencia a las altas temperaturas. Posteriormente sería paulatinamente abandonada, con diversos intentos para volver a revitalizarla que no cuajaron y definitivamente paralizó su actividad a finales de los años 80. Se dice que durante la Segunda Guerra Mundial fue la mina más importante de Europa en la extracción de wolframio, producción que iba destinada al ejército alemán, salvo una pequeña parte, que de forma ilegal era vendida a través del contrabando a los ejércitos aliados.

Hoy en día es un lugar impresionante, con sus edificios derruidos y las entradas a algunas de sus galerías aún relativamente bien conservadas, refugios de recuerdos, oscuridad y murciélagos.


En uno de los foros del pueblo, una vecina, Antonia C.M., nos recuerda la letra de una antigua copla que cantaban los niños cuando subían comida a los mineros:

"Salimos de nuestro valle derechas a Cerro Barbero
a cantarle esta coplilla a los pobres de los mineros 
mineros que me escucháis no dejadme de escuchar 
que venimos de nuestro valle a daros de merendar..."